Los deseos de un anciano
- Deseo que me hagas sentir que soy amado, que soy útil todavía, que no estoy solo.
- Deseo permanecer en mi casa o en la tuya.
- Deseo que cuando comamos en la misma mesa me des conversación a pesar de que yo apenas hable.
- Deseo que me ames por los que soy y no por lo que tengo.
- Deseo que llenes de cariño y comprensión esta última etapa.
- Deseo que no bromees de mi paso vacilante o de mi mano temblorosa.
- Deseo que comprendas mi incapacidad de oír como antes y que me hables despacio y claro, pero sin gritar, si no es necesario.
- Deseo que tengas en cuenta que mis ojos se están nublando y que no me eches en cara ni te rías de mí cuando tropiezo o derramo la taza de café.
- Deseo que me ofrezcas asiento en el autobús, así como que respetes mi paso lento al cruzar la calle.
- Deseo que tengas tiempo suficiente para escucharme sin prisas, aunque lo que yo te diga te importe poco o nada.
- Deseo que cuando te cuento algo no me digas: “Eso ya me lo has contado tres veces” y me escuches como si fuera la primera vez que te lo cuento.
- Deseo que me recuerdes los aciertos de mi vida pasada y que no me hables de mis errores y fracasos.
- Deseo poder sentir la caricia de tu mano sobre la mía y tu beso sobre mi mejilla.
- Deseo que cuando esté al final de mis días me hables de la bondad y ternura de Dios.
Gracias, mil gracias, por atender mis deseos.
Un día otros los harán posibles para ti.