Solo con infinito

El placer es un falso dios que nos dice: entrégate a mí y yo te saciaré. Pero no nos sacia nunca porque nuestra alma es mayor que el placer. No se contenta con un placer que no sea infinito. Somos ánforas rotas. Ni con una belleza que tenga límites. Y toda belleza que no es Dios tiene un límite. "En toda perfección vi un límite", exclama el salmista. De ahí ese íntimo sentimiento de tristeza, esa dulzura dolorosa de las cosas bellas. Los animales sí se sacian con la creación y no desean más. Pero el hombre sólo se sacia con infinito.

Ernesto Cardenal