Dios de vivos

Dios no es dios de muertos
sino de vivos,
y todos viven en y por Él.
Tú no quieres, Dios de la Vida,
que tu pueblo sufra
y pase necesidad.
Tú quieres
la compasión que nace
en la mano tendida
hacia el que sufre.
Tú quieres
la solidaridad que brota
del pan compartido
entre los hermanos.
Por eso Tú nos invitas
a que también nosotros
trabajemos
por la vida de los demás.
Hombres y mujeres nuevos
resucitados y resucitadores.
Señor, demasiadas veces
me limito a ir viviendo,
sin pensar demasiado.
Seguramente,
este vivir superficialmente
no me deja disfrutar a fondo de la vida;
pero confieso que tengo miedo
a descubrir mi responsabilidad
en el mundo que me rodea.
Sé que debería vivir
con más austeridad
en solidaridad con toda la humanidad.
Sé que debería ser más servicial
con quienes más me necesitan.
Sé que debería aventurarme
en el compromiso del Reino
para gozar de la libertad del evangelio.
Pero me dejo llevar por el consumismo,
por la insolidaridad, por la propaganda,
por el "qué dirán".
¡Resucítame, Señor,
porque muchas veces me siento
como un muerto viviente!
¡Resucítame,
para que viva la vida
como un don gratuito
y la muerte como una hermana
que me lleva hasta la plenitud!
Anónimo