Un pan en medio
El pan es alimento esencial en muchas civilizaciones. La bendición y el reparto del pan están presentes en todas las lecturas de esta fiesta. Rastreando muchos textos de la Escritura, se ve que Dios ha querido desde siempre sentarse a la mesa con su pueblo para comer con sus amigos. La Cena de Jesús con los suyos es la culminación más hermosa de este proyecto de Dios.
Lo que nos sugiere el pan.
Los amigos que están en el grupo centran su atención en el símbolo del pan y van compartiendo lo que les sugiere: Como el pan está formado por innumerables granos de trigo, así nosotros, con nuestras legítimas diferencias, formamos una unidad; el pan nos recuerda las terribles desigualdades que hay entre los hombres, deja al descubierto nuestro pecado…
Un pan que hay que ofrecer.
Jesús alimenta a la multitud con lo que le damos, aunque sea muy poquito. ¿Sabemos dar y ofrecer con confianza todo lo que tenemos y somos? ¿Qué podemos entregar hoy a Jesús para que lo reparta a los demás? (Cada uno puede compartir lo que está dispuesto a compartir con los demás).
Un pan para contemplar.
Comenzamos leyendo: "El, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron” (Lc 9,16_17). Y ahora podemos contemplar a Jesús desde el silencio amoroso del corazón. "Tú, Señor, acoges con cariño lo que te damos. ¡Cómo nos valoras! Alzas la mirada al Padre, porque no quieres hacer nada sin El y sin el Espíritu. ¡Bendices el pan, pones toda tu vida en cada gesto y en cada palabra que nos diriges! Te entregas, nos das tu propia vida, abres para nosotros senderos de vida eterna, nos empujas a hacer lo mismo que tú. Tu don jamás se agota. ¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre aunque es de noche! ¡Cómo nos recrea y enamora tu cena!”
Gracias por el pan.
Del pan partido y repartido de Jesús sólo puede brotar la Eucaristía, la acción de gracias. Este puede ser el momento en que el grupo exprese con abundancia la gratitud ante el gesto de Jesús de entregarse por amor. "Gracias por el pan que nos da la vida cada día. Bendito seas por las alegrías y la amistad compartidas en el corazón de nuestras comidas. Gracias por tu pan que nos hace hombres y mujeres nuevos”.
Un pan solidario.
La oración no puede quedar en un diálogo entre Dios y nosotros. Con Dios vienen todos los hambrientos y orillados de la tierra; los lleva tatuados en su corazón. Por eso, la solidaridad se da la mano con la oración. El ruego de Jesús: "Dadles vosotros de comer” debe resonar en los orantes para que se convierta en manos abiertas y comprometidas hacia millones de hermanos y hermanas que siguen gritando su hambre y su sed, esperando que alguien parta y reparta el pan como Jesús.