La tarea del artista

Un gran músico tocaba el concierto de violín de Beethoven en Nueva York. Había sufrido la polio cuando era niño, afectando gravemente a sus piernas. Aquel día atravesó el escenario con sus muletas con mucha dificultad. Se puso el violín bajo la barbilla y señaló al director de la orquesta que podía empezar. Pero entonces ocurrió algo.

Se le rompió una cuerda. Todos sintieron una angustia colectiva esperando lo molesto que le sería salir del escenario  para repararlo. Pero no se movió. Permaneció unos instantes con los ojos cerrados y luego dio nueva señal al director para comenzar la pieza. Tocó el concierto con tres cuerdas. Recompuso en su cabeza instantáneamente la digitación, los cambios de cuerda, los saltos y las combinaciones, y lo terminó como si nada hubiera pasado. Tras la ensordecedora ovación final, se levantó y dijo: “Ya ven ustedes. Algunas veces la tarea del artista es la de averiguar cuánta música podemos hacer con lo que nos queda”.