El monje y el herido
Cuenta la leyenda que un monje recibió un día una orden tajante. Debería encontrarse con Dios al otro lado de la montaña antes de ponerse el sol. El monje se puso en marcha rápidamente, pero a mitad del camino se encontró con un herido que pedía ayuda. El monje le explicó que no podía detenerse, que Dios lo esperaba lejos, antes del atardecer, y que volvería apenas encontrase a Dios. Y continuó su marcha. Horas más tarde, cuando todavía brillaba el sol, el monje llegó a la cima de la montaña y se puso a buscar a Dios. Pero Dios no estaba. Dios se había ido a ayudar al herido con el que poco antes se había cruzado. O quizá Dios era el mismo herido que le había pedido ayuda.
El que busca a Dios y desprecia al hermano no encontrará a Dios ni en el Cielo ni en la Tierra, ni en este mundo ni en el otro.