Piedrecitas en el bolsillo

Iba un hombre caminando por el desierto cuando oyó una voz que le dijo:

– Coge del suelo las piedrecitas que quieras, ponlas en tu bolsillo y mañana te sentirás, a la vez, triste y contento.

Aquel hombre obedeció. Se inclinó, recogió un puñado y se los metió en el bolsillo.

A la mañana siguiente vio que las piedras se habían convertido en diamantes, rubíes y esmeraldas. Y se sintió feliz y triste. Feliz, por haber cogido algunas; triste, por no haber cogido más.

Hay que darse por entero y no conformarse con dar los restos.