Una llamada diaria

-Abuelo, ¿por qué marcas a tu propio número todos los días?

El nieto veía a su abuelo hacer algo extraño cada mañana.

 Se sentaba en su sillón, tomaba el teléfono antiguo, y marcaba… su propio número.

 Lo dejaba sonar unas cuantas veces… y luego colgaba.

 —¿Abuelo, por qué haces eso? —preguntó un día, intrigado.

 El anciano sonrió con tristeza.

 —Porque cuando tu abuela vivía… solía llamarme todos los días a esta hora.

Y aunque sé que ya no va a contestar nadie… marcar el número me hace sentir que todavía la estoy esperando.

 El niño se quedó callado.

Y al día siguiente, sin que el abuelo lo supiera, llamó al teléfono de la casa justo a esa hora.

 El abuelo levantó el auricular, temblando…

Y del otro lado, escuchó la voz más dulce del mundo:

 —Hola, abuelito… solo quería que supieras que todavía hay alguien que piensa en ti a esta hora.

 A veces, el amor no muere… solo cambia de voz.

Y lo único que necesita para revivir… es una llamada.