En espíritu y en verdad - 2004
En nuestro bautismo todos fuimos consagrados como sacerdotes, profetas y reyes. Estas canciones giran en torno a nuestra misión y vocación de profetas. El profeta en la Biblia no es aquel que adivina el futuro. Como Jeremías, Amós, Isaías... hasta llegar a Jesús de Nazaret, el Gran Profeta, somos enviados para arrancar y derribar, para destruir y denunciar lo que no es Dios en nuestras propias vidas, en la vida de la Iglesia, en la vida del mundo. Pero, además, ser profetas significa edificar y plantar, construir y anunciar la Buena Nueva que viene de Dios, siempre buena y nueva, y que hace de nosotros bienaventurados cuando por cada poro de nuestra piel se transpiran las palabras de aquel Monte. Allí Jesús nos invitaba a no claudicar, a seguir soñando con utopías, a vivir sólo del Reino. Arrancar y denunciar, anunciar y construir; he ahí nuestro reto como parte viva del Pueblo de Dios. Sólo así podremos vivir en espíritu y en verdad, esa Verdad que todos llevamos dentro.