Minas anti-persona
Vuelve la campaña que, a nivel internacional, pretende la prohibición total de la fabricación, utilización, almacenamiento y comercialización de todas las minas. Estas armas son un auténtico horror para los países en guerra o que han sufrido algún conflicto bélico, en especial las minas anti-persona, pensadas para mutilar buscando el daño personal, económico y sanitario. El 80% de sus víctimas son civiles, sobre todo, mujeres y niños. Por ejemplo, de cada 74 camboyanos uno ha sido afectado por estas armas. Las minas antipersonales siguen esperando víctimas a su paso, a pesar de concluir la guerra una veintena de años atrás.
Las minas hipotecan el futuro de muchos países pues se esparcen indiscriminadamente por campos de cultivo, centros de abastecimiento, vías de comunicación... En la mayoría de estos países, las minas suponen un aumento de las situaciones de hambre y miseria y del número de refugiados y desplazados. Son una pesadilla bajo tierra.
Hay 110 millones de minas esparcidas por el mundo. Y es que el precio de estas armas es muy asequible: la mayoría rondan los cinco euros. Curiosamente, la localización y desactivación de estos explosivos (por los mismos que las fabrican y venden) cuesta entre 210 y 720 euros. Y, cómo no, entre los fabricantes y exportadores encontramos varias empresas españolas: Bressel, Explosivos de Burgos, Fabricaciones Extremeñas, Unión española de Explosivos y Explosivos Alaveses.
Una convención de las Naciones Unidas prohíbe la utilización de minas en guerras, pero ¡no prohibe ni su fabricación ni su venta! Evidentemente, la utilidad de esta medida es nula.