Los niños, el estigma del mate

A Leonel da Silva, un niño de dos años, lo encontraron hace unas semanas aferrado a su juguetito en los yerbales de Misiones, esa gran mancha verde y roja del norte argentino donde se cultiva uno de los tesoros nacionales: la yerba mate.

El niño, hijo de tareferos (recolectores de yerba), llevaba dos días perdido en el monte y sobrevivió de casualidad. Leonel corrió mejor suerte que Fernando (13 años), Lucas (14) y Edgard (17), los tres menores que murieron cuando se dirigían a la faena en 2013. El destartalado camión que los transportaba junto a otros 14 niños desbarrancó y en total murieron ocho personas. Un trágico accidente que sacó a la luz el drama oculto del trabajo infantil en la industria del mate, la bebida nacional argentina. Ahora, la acción social y la tecnología se han dado la mano para denunciar la situación.

Gracias a la campaña de una ONG local y la masiva difusión de un documental, millones de personas están descubriendo la triste realidad de los niños tareferos de Misiones, la tierra que acoge a las cataratas de Iguazú -Patrimonio de la Humanidad- y donde miles de personas llevan décadas viviendo en la miseria. Las denuncias de la ONG Un sueño para Misiones comenzaron a ser visibles a través de la plataforma Change.org, pero ha sido el documental Me gusta el mate sin trabajo infantil el que más ha sensibilizado a la opinión pública. Creado por Posibl., una compañía multimedia que realiza contenidos audiovisuales de impacto social, el vídeo ha llegado a unos 60 millones de personas en todo el mundo a través de varias plataformas desde su lanzamiento en diciembre pasado.

"Denunciamos la presencia de miles de niños trabajando y viviendo en los campamentos de yerba, que no tienen agua potable ni higiene, que sufren desnutrición y dejan de ir a la escuela", explica a EL MUNDO Martín Parlato, fundador de Posibl. y responsable de la campaña audiovisual. El documental vino precedido de la campaña de recogida de firmas, a la que ya se han sumado más de 60.000 personas.

La ONG impulsa la aprobación de una ley que acabe con el trabajo infantil en los yerbales del norte argentino mediante certificaciones avaladas por universidades. "La idea es que haya una trazabilidad de las cosechas y que sean las universidades las que otorguen esa certificación de mate sin trabajo infantil a las empresas que cumplan con los requisitos", cuenta desde Posadas -la capital de Misiones- Patricia Ocampo, hija de tareferos y una de las promotoras de la iniciativa. Los paquetes de yerba en cuya cosecha no hayan participado menores de edad llevarían un sello específico y se venderían con un pequeño sobreprecio. "De esa forma, habría un ingreso extra que iría directamente al trabajador", subraya Ocampo.

No hay censo de los menores recolectores

El 90% del mate que se consume en Argentina y el 60% del que se adquiere en el mundo se cultiva en Misiones. Los tareferos (entre 15.000 y 20.000 en la provincia) usan tijeras para cosechar la yerba, una recolección artesanal que se transmite de padres a hijos y que obliga a miles de familias a invadir terrenos e instalar campamentos rudimentarios junto a las plantaciones, como denuncia en el documental Maribel Alcaraz, una jornalera de la zona misionera de El Dorado, que perdió a un hijo mientras trabajaba en esto.

Sin un censo oficial, no hay un registro exacto de cuántos niños trabajan en los yerbales. Según un estudio de la Universidad Nacional de Misiones (UNAM), de 2012, en la provincia había entonces unos 15.000 tareferos. Y la mitad de ellos empezó a cosechar la yerba de niño, entre los cinco y los 14 años.

En sus precarios asentamientos junto al yerbal malviven miles de familias sin condiciones higiénicas y alimentándose principalmente del reviro (una torta frita a base de harina, agua y sal). Allí, en pleno monte, ven crecer a unos hijos que no tardarán en empuñar las tijeras como un simple juego al principio. Un juego que marcará sus vidas. Porque la miseria que sufre Misiones viene de antiguo y los tareferos de hoy son los nietos de los que ya habitaban los yerbales hace un siglo. "La pobreza excluyente se ha mantenido en los últimos 100 años", señala el informe.

Un tarefero trabaja nueve horas al día de media y gana unos 200 pesos (unos 12 euros) por jornada. Pero durante los meses en que no hay cosecha, las familias tienen que ingeniárselas sobrevivir.

"Tras la muerte de los tres niños en 2013 empezamos a armar la campaña de firmas para que el Gobierno tuviera en cuenta nuestros reclamos. Pedimos un censo que nunca se hizo y después de reunirnos dos veces con las autoridades no nos atendieron más. Hay muchos intereses empresariales y políticos en juego", se lamenta Ocampo.

El vídeo que llegó al Papa

El documental, que ha llegado incluso a manos del Papa Francisco, lo vio recientemente un grupo de diputados del Congreso nacional argentino que, próximamente debería pronunciarse sobre el proyecto de ley para erradicar el trabajo infantil en Misiones. Parlato, cuyas campañas cuentan con el apoyo de celebridades como el futbolista Javier Mascherano o la modelo Valeria Mazza, está convencido de que sus documentales "suman gente dispuesta a cambiar cosas en el mundo".

El poder de las imágenes ha hecho maravillas. "No es lo mismo que salgamos a hablar nosotros a que la gente vea en un documental cómo viven las familias tareferas", asegura Ocampo. El mate no sólo es la bebida más consumida en Argentina después del agua. Es un símbolo nacional y un componente esencial de las relaciones sociales. "Los argentinos estamos orgullosos de nuestro mate pero debemos luchar para que esté libre de trabajo infantil", zanja Parlato.

CÉSAR G. CALERO