La opresión en las plantaciones de té en Bangla Desh

En la zona de las plantaciones de té de Srimongol, hay dos tipos de poblaciones. Por un lado los trabajadores del té, y por otra las gentes de la tribu Kashi, que viven en poblados (punjis) enclavados en las plantaciones y subsisten cultivando las hojas de betel (un estimulante muy apreciado en todo el subcontinente indio).

El primer grupo vive en condiciones de semiesclavitud, con salarios bajísimos, sin derecho a poseer tierra ni casa, sin derecho a representación sindical. El segundo grupo, los Kashi, han estado viviendo en este lugar por generaciones pero no poseen papeles que lo acrediten, por lo cual están a la merced de las depredadoras compañías de té, que constantemente les amenazan con expulsarles de la tierra de sus ancestros.

Esto es exactamente lo que ha pasado el pasado día 30 de mayo en el punji de Nihar. El capataz de la compañía Abul Khayer Group of Industries, aprovechando que los varones estaban fuera trabajando en los campos, invadió el poblado en el que sólo había mujeres y niños tratando de desalojarles por la fuerza. Lo más infame fue que para ello movilizaron a los propios trabajadores de las plantaciones de té vecinas, es decir movilizaron a pobres contra pobres. Pero nadie contaba con que las mujeres y los niños les iban a plantar cara; hubo lucha, violencia, y unas diez personas resultaron heridas por ambos bandos, con tal mala suerte que uno de los invasores resultó muerto después de tres días en el hospital.

A resultas de todo esto, durante varios días Nihar Punji ha estado sitiado por la policía y los trabajadores del té; nadie podía entrar ni salir, poniendo en peligro la subsistencia de niños y ancianos. La situación de violencia parece haber remitido, pero la compañía Abul Khayer está intentando sacar partido de la muerte (por nadie querida ni buscada) de uno de sus trabajadores para, de una vez por todas, expulsar a los Kashi y tomar posesión del poblado para agrandar aún más la superficie destinada a la producción de té.

Los Kashi también están reaccionando, con el apoyo de algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos como Transparencia Internacional, algunas organizaciones indígenas locales, la diócesis católica de Sylhet y algunas congregaciones religiosas (Holy Cross, Oblatos de María Inmaculada y Hermanos Maristas).

Ambas partes han presentado cargos ante los tribunales. La mayoría de los hombres Khasi estan escondidos en la maleza por miedo a ser arrestados por la policía, que cada dia visita el punji con la amenaza de "arrestar a las mujeres si no encuentran a los hombres". Las mujeres, que son bastante valientes, les responden que "si nos arrestáis a nosotras tendréis que llevar también a nuestros hijos a la cárcel".

Ojalá que el derecho tradicional a poseer la tierra de sus ancestros sea reconocido. Ojalá que las compañías del té moderen su avidez por despojarles de sus tierras. Ojalá que los capataces dejen de utilizar a sus pobres semiesclavos trabajadores para invadir la tierra de los Kashis. Ojalá el Gobierno de Bangladesh se muestre sensible a la existencia de personas que se rigen por un derecho tradicional ancestral aunque no tengan papeles o documentos escritos que lo acrediten. Y que reine la paz y la concordia basada en el respeto a la persona humana.