Maggy Barankitse

En 1993, un momento muy delicado de la historia de Burundi, las tensiones entre tutsis y hutus se estaban traduciendo en miles de asesinatos de hombres, mujeres y niños. También en la familia de Maggy. “Ellos me ataron y asesinaron delante de mí a 72 personas. Desde entonces, hablo sólo del perdón”, explica.

“Mi vocación es repartir esperanza y dar amor. Es la vocación de todo ser humano”.

Maggie comenzó a ponerla en práctica en 1993, en un momento muy delicado de la historia de Burundi. Las tensiones entre tutsis y hutus se estaban traduciendo en miles de asesinatos de hombres, mujeres y niños. También en la familia de Maggy.

Maggy sobrevivió. Y vio que otros supervivientes habían sido mutilados. Por eso, decidió comenzar la “Casa Shalom”, donde ha acogido a niños huérfanos de ambos grupos étnicos. Acogió también a niños soldado y a niños enfermos de SIDA. Dice que lo importante de este lugar no es sólo dar, lo más importante es perdonar. Ella perdonó al hombre que quemó vivas a sus tres tías. Incluso lo visitó en la cárcel. Porque dice mientras que el odio mata, el perdón libera el alma.

Hace poco vio uno de los frutos. Una de las huérfanas que adoptó acaba de casarse. Y a la boda asistió también el hombre que había asesinado a los padres de esta joven. “Ella se levantó, se le acercó y le dijo: “Puedo perdonarte para siempre gracias a mi madre. Ella nos enseñó a levantarnos y a luchar con dignidad, sin violencia”. Con la ayuda de muchas personas, Maggy ha abierto otras 130 casas en Burundi como la “Maison Shalom”.

Y en Roma, durante la recogida del premio Colombe d'Oro dijo que aunque el reto de ayudar a estos niños es demasiado grande, el espíritu humano es mucho mayor y más fuerte.