10 claves para vivir la justicia y solidaridad con los pobres
- Oración y solidaridad. La oración a Dios y la solidaridad con los pobres y con los que sufren son inseparables. Practicar y cuidar la oración y el culto religioso nos debe llevar a realizar gestos concretos de caridad y solidaridad.
- La opción por los pobres. Mantener la mirada hacia el pobre es difícil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta. Se trata de comprometer la vida.
- Vivir la pobreza evangélica. El encuentro con una persona en condición de pobreza siempre nos provoca e interroga. Para apoyar a los pobres es fundamental vivir la pobreza evangélica en primera persona.
- Ante la vorágine de la indiferencia, dar sentido a la vida. Tenemos el reto de contrarrestar las prisas y el individualismo, y dejar espacio en nuestra vida a los valores y relaciones esenciales que nos llenan de verdadera alegría.
- Manos que dan consuelo. Cientos de personas realizan gestos llenos de ternura, compasión y solidaridad, desafiando el contagio y el miedo por amor y entrega a los demás.
- La misericordia no se improvisa. Es necesario un entrenamiento cotidiano que proceda de una toma de conciencia de lo mucho que necesitamos los unos de los otros.
- Una nueva fraternidad. El momento que estamos viviendo ha sacado a la luz nuestros límites y nuestra fragilidad, y nos demuestra la necesidad que tenemos de ayuda recíproca y estima mutua.
- Invitación al compromiso. «Tiende la mano al pobre» es una invitación a la responsabilidad y pone de manifiesto la profundidad de la fe que profesamos.
- Coherencia en el uso de los bienes. Depurar nuestra forma de consumo y uso del dinero para que no afecte negativamente a otras personas es un deber si queremos sembrar justicia y paz en el mundo.
- La finalidad de nuestras acciones: el amor. Los seres humanos compartimos un destino común y la misma necesidad de ser y sentirnos amados. Este amor es compartir, es dedicación y servicio, atención y cuidado a los demás.