La situación en El Líbano
Líbano está al borde del colapso. La Iglesia local
tiene una labor ingente con miles de familias
cristianas refugiadas que han huido de la guerra
de Siria pero también con tanta gente que
sufre la fuerte crisis económica del país y con
barrios cristianos enteros de Beirut, que se han
llevado la peor parte de la terrible explosión del
pasado agosto. ¡No les vamos a dejar solos!
De los seis millones de habitantes
que tiene actualmente Líbano,
2 millones son refugiados. Y a
ellos, sin duda, la crisis y la pandemia
del Coronavirus les afecta sobremanera.
Nos lo cuentan los religiosos,
sacerdotes y patriarcas de la Iglesia
greco-melquita católica. ¿Qué sería de
miles y miles de personas sin el auxilio
de esta Iglesia volcada en los que más
lo necesitan? ¿Y qué sería de la Iglesia
local sin el soporte de personas tan
generosas como tú, a través de instituciones
como ACN?
Desde 2015, ACN financia, entre otros,
el comedor de San Juan el Misericordioso,
en Zahle, frontera con Siria.
Cada día, mil personas reciben allí
una comida caliente. Muchos son refugiados
sirios pero cada vez acuden
más libaneses. La mayoría van al comedor
para recoger la comida, y a los
discapacitados o enfermos, se les lleva
a sus casas donde, además del alimento,
reciben consuelo espiritual y atención
humana. Ahora, es muy necesario
seguir manteniendo esta ayuda.
¡Ojalá podamos contamos contigo!
También fue la Iglesia la que en Beirut
distribuyó cajas de comida a 5.880 familias
de los barrios cristianos y más
damnificados por la tragedia del pasado
verano, que financió ACN, gracias a
la caridad de sus benefactores.
En Beirut, cada día centenares de personas
hacen cola frente al dispensario
médico del barrio de Nabaa que, debido
a la crisis, ha pasado de servir 250
comidas calientes al día, a 1.200 raciones.
La hermana Marie Justine el Osta,
de las Hermanas Maronitas de la Sagrada
Familia y directora del dispensario,
dice: “Hemos llegado a una situación
en Líbano en que la clase media se
ha empobrecido y los pobres se han
vuelto aún más pobres”. Sin embargo,
esta pequeña y enérgica religiosa de 72
años sigue ofreciendo una alentadora
sonrisa a todos aquellos a los que sirve:
“Mi fuerza viene solo de Dios. Nuestra
misión es estar al lado de la gente,
levantarles e infundirles positivismo y
esperanza. Decirles que Dios está con
nosotros, que vendrán días mejores”.
Maguy, madre de cuatro hijos, acude al
dispensario cada día: “Es algo que nunca
pensé que haría, pero llegué al punto
de no querer ver a mis hijos morir de
hambre. Las religiosas y todos aquí me
hacen sentir tan acogida... Dios las bendiga
por todo lo que están haciendo”.
“Vivimos al día porque no sabemos
qué pasará mañana. Sin embargo,
Dios siempre nos ayuda. Nos estamos
acercando a una situación de hambruna,
los productos se están encareciendo
mucho y la gente no va a tener
dinero para comprar”, advierte la Hna.
Marie Justine. “Necesitamos un milagro”.
Ese milagro, puedes ser tú.
ACN