Testimonio desde Cuba

Llevo varios días con un sufrimiento interno, de esos que te desvelan y que por más que quieres callar, no puedes… Hace casi dos semanas falleció una persona querida por muchos de nosotros y, además del dolor por la pérdida, y su ausencia que se sentirá mucho, sobre todo para las personas a las que ella entregó su ser y hacer, me sorprendí, con dolor, por el ataúd que, aunque no es el primero que veo en condiciones horribles, sí es posiblemente el peor que he visto en toda mi vida. Era algo así como un pallet de madera, donde hay una tablita sí y otra no, forrado con la tela que ya todos conocemos, sin el cartón del fondo. ¿Cuál es mi dolor? Ver cómo la tela de abajo se soltó y colgaba como si nada pasara. Yo solo miraba y me hacía la pregunta con la que empiezo este compartir: ¿Nos merecemos esto?

No fue suficiente esa escena, sino que al ir acompañando el entierro detuve mi mirada en más de una tumba abandonada, y las descubría llenas de basura, sí, basura de la que barren y la tiran ahí. Y claro, de nuevo caigo sorprendida de mi reacción y me pregunté: ¿Qué es lo raro? ¿De qué te sorprendes? Y me respondí: NO NOS MERECEMOS ESTO. No podemos seguir acostumbrándonos a lo mal hecho, a que nadie es responsable, a que esto es lo que nos tocó, a que esto no tiene cambio ni habrá quién lo cambie, lo cual es peor aún.

No, no podemos seguir dejando que el tiempo pase sin expresar una y otra vez que esto no es lo normal. No es normal que la vida a este pueblo se le esté yendo en las colas buscando qué poner en la mesa. No es normal vivir con tediosos y largos apagones en los que se echan a perder los escasos alimentos que se compran, no se puede descansar y, aun así, al día siguiente hay que volver a empezar… NO NOS MERECEMOS ESTO. Y no hablo de lujos, hablo de lo que es normal, de lo que es alcanzable. Tenemos todo el derecho a vivir bien, que este sea un lugar en el que cada trabajador, con el salario que perciba como fruto del sudor de su frente y el esfuerzo de sus brazos, pueda vivir dignamente y mantener a su familia.

"Como si levantar la voz, reclamar, decir que es inaguantable este modo de vivir no fuera el derecho de cada ser humano"

No nos merecemos que, por decir verdades, quien quiera que las diga, se le difame, se le cite a una estación de policía, se adentren sin su permiso en su vida personal y lo desacrediten públicamente, haciendo creer, o lo que es peor, queriendo tapar las deficiencias del sistema, acusando el modo de vivir de aquella persona que simplemente se agotó y dijo con libertad su verdad, porque es la suya. Pero es tan evidente, que es la de tantos… Como si levantar la voz, reclamar, decir que es inaguantable este modo de vivir no fuera el derecho de cada ser humano.

NO NOS MERECEMOS ESTO… que nos sigan haciendo creer que todo está bien, que manipulen a unos cuantos, y esos estén listos para hacer actos de repudio, cercar las casas, escuchar llamadas, intervenir teléfonos, seguir irrumpiendo en la vida de los demás como si pensar diferente fuera delito. No nos merecemos que impidan seguir estudiando en la universidad por el modo de pensar o de tomar opciones en favor de otros.

Una vez más digo: BASTA YA. No soportamos más dolor como nación, no podemos seguir viviendo con tantas carencias que sacan lo peor del ser humano, porque cuando esas necesidades no están satisfechas, entonces nos rodea con fuerza la violencia, el robo, la corrupción, y nos hundimos en la desesperanza más profunda hasta recurrir, en muchos casos, al suicidio.

"Somos un pueblo que, por estar concentrado en cómo sobrevivir, hemos dejado que pasen a otro plano los valores, las tradiciones, la fe".

Este pueblo sangra desde el corazón y muere día a día. Es muy doloroso ver la desesperanza en los rostros, escuchar la habitual y triste frase: “No es fácil”. Es muy triste mirar a los ancianos solos, vendiendo cualquier cosa para comprar el único pan diario, verlos rebuscando en los contenedores de basura o durmiendo en los portales. Es muy triste seguir sufriendo la emigración de los más jóvenes porque son los que pueden abrirse un futuro. Y así, son tantos los ejemplos que me llevan a decir: NO NOS MERECEMOS ESTO, porque este pueblo es un pueblo noble, trabajador, alegre, pero sigue sometido, y le siguen apagando la luz de sus ojos, de su alma. Somos un pueblo que, por estar concentrado en cómo sobrevivir, hemos dejado que pasen a otro plano los valores, las tradiciones, la fe. Y es justamente desde ahí donde el ser humano se realiza y puede darle sentido a su existencia.

A quienes tienen la responsabilidad y en sus manos parte importante del presente y futuro de esta nación, les pido RESPETO, DECORO, DIÁLOGO, MIRADA ABIERTA Y SINCERA DE LA REALIDAD, PROPUESTAS Y ACCIONES. Me niego a creer que ustedes no sepan todo lo que está viviendo este pueblo, del que todos somos parte. No queremos más discursos, ¡hemos escuchado tantos!; no queremos programas difamatorios, ni más mentiras en el noticiero, ni periodistas que se presten para el juego. Ojalá creamos que es posible una Cuba nueva con el quehacer y la responsabilidad de todos, donde todos contemos.

QUEREMOS VIVIR LA VIDA CON TODOS SUS DERECHOS, eso es lo que deseamos y, más aún, ES LO QUE TODOS NOS MERECEMOS.

Sor Nadieska Almeida Miguel, superiora de las Hijas de la Caridad en Cuba, ha publicado una reflexión sobre la realidad social en su perfil de Facebook que refleja el sentir de muchos.