Hace años conocí a un ser de nombre impronunciable. No era de ningún sitio, no tenía forma ni cuerpo, y eso le permitía vivir en varios sitios a la vez y tener vidas simultáneas. Este ser es requerido en muchos lugares, y aunque siempre hacía lo mismo, la gente decía cosas muy diversas de él:
Unos dicen que era un decorador que llenaba los espacios de luz y color. Pero para otros es un chamán que lleva agua a los sitios secos y sol a los grises. Hay quien dice que es un mecánico, porque sienten que les hace un engrase para que recorran más suavemente su camino.
Otros afirman que es un fisioterapeuta experto en quitar tensiones y rigideces, y dejarte blandito. Para otros es un oftalmólogo, pues les libra de su visión borrosa y les ayuda a ver la vida más despejada.
Psicólogo, dicen aquellos a quienes les ha dado la vuelta, y caminan ya exponiendo su interior. Pero si me preguntáis a mí, yo creo que es cirujano cardiovascular, porque se mete al fondo del corazón para recolocártelo y hacerle más sitio.
Lo que más sorprende a muchos es que este ser no cobre por hacer todo esto. Le nace hacerlo y lo disfruta tanto como quien lo recibe.
Ojalá os lo encontréis en su deambular por la geografía española algunos fines de semana. Es fácil reconocerlo por su extraña apariencia, pues aunque tiene entre dos y seis gargantas, le mueve un único corazón.
Y para los que no os crucéis con él, os regala su buen hacer en esta web, con ese impronunciable nombre que garantiza que nunca será famoso: www.ixcis.org
Gabriel Jiménez