Tiempos de crisis

Existen tiempos sin paz en la Iglesia primitiva: tiempos de persecuciones, tiempos difíciles, tiempos que ponen en crisis a los creyentes. Tiempos de crisis. Y un momento de crisis es el que nos narra hoy el Evangelio de Juan (cf. 6,60-69). Este pasaje del Evangelio es el final de toda una serie que comenzó con la multiplicación de los panes, cuando querían hacer rey a Jesús, Jesús va a rezar, al día siguiente no lo encuentran, van a buscarlo, y Jesús les reprocha que lo buscan para que les dé de comer y no por las palabras de vida eterna... Toda esa historia termina aquí. Le dicen: “Danos de este pan”, y Jesús explica que el pan que dará es su propio cuerpo y sangre.

En aquel tiempo «muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: “Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?”» (v. 60). Jesús dijo que quien no comiera su cuerpo y bebiera su sangre no tendría vida eterna. Jesús decía también: “Si coméis mi cuerpo y mi sangre, resucitaréis el último día” (cf. v54). Estas son las cosas que Jesús decía: «Es duro este lenguaje» (v. 60) [piensan los discípulos]. “Es demasiado duro. Hay algo que no funciona. Este hombre ha pasado los límites”. Y este es un momento de crisis. Hubo momentos de paz y momentos de crisis. Jesús sabía que los discípulos murmuraban: aquí hay una distinción entre los discípulos y los apóstoles: los discípulos eran esos 72 o más, los apóstoles eran los Doce. «Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar» (v. 64). Y frente a esta crisis, les recuerda: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí, si no se lo concede el Padre» (v. 65). Vuelve a hablar de la atracción del Padre: el Padre nos atrae hacia Jesús. Y así es como se resuelve la crisis.

Y «desde ese momento muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no iban con él» (v. 66). Se distanciaron. “Este hombre es un poco peligroso, un poco... Pero estas doctrinas... Sí, es un buen hombre, predica y cura, pero cuando se trata de estas cosas extrañas... Por favor, vámonos” (cf. v. 66). Y lo mismo hicieron los discípulos de Emaús, en la mañana de la resurrección: “Pues sí, es algo extraño: las mujeres que dicen que el sepulcro... Esto no huele bien —decían—, vámonos pronto porque vendrán los soldados y nos crucificarán” (cf. Lc 24,22-24). Lo mismo hicieron los soldados que vigilaban el sepulcro: habían visto la verdad, pero luego prefirieron vender su secreto: “Pongámonos al seguro: no nos metamos en estas historias, que son peligrosas” (cf. Mt 28,11-15).

Un momento de crisis es un momento de elección, es un momento que nos pone frente a las decisiones que tenemos que tomar. Todos en la vida hemos tenido y tendremos momentos de crisis. Crisis familiares, crisis matrimoniales, crisis sociales, crisis en el trabajo, muchas crisis... También esta pandemia es un momento de crisis social.

¿Cómo reaccionar en el momento de crisis? «Desde ese momento muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no iban con él» (v. 66). Jesús toma la decisión de interrogar a los apóstoles: «Jesús dijo entonces a los Doce: “¿También vosotros queréis marcharos?”» (v.67). Tomad una decisión. Y Pedro hace la segunda confesión: «Le respondió Simón Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”» (vv. 68-69). Pedro confiesa, en nombre de los Doce, que Jesús es el Santo de Dios, el Hijo de Dios. La primera confesión — “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”— e inmediatamente después, cuando Jesús comenzó a explicar la pasión que vendría, él lo detiene: “¡No, no, Señor, ¡esto no!”, y Jesús lo reprende (cf. Mt 16,16-23). Pero Pedro ha madurado un poco y aquí no protesta. No entiende lo que Jesús dice, eso de “comer la carne, beber la sangre” (cf. 6,54-56): no lo entiende, pero confía en el Maestro. Se fía. Y hace esta segunda confesión: “Pero a quién vamos a ir, por favor, tú tienes palabras de vida eterna” (cf. v. 68).

Esto nos ayuda a todos a vivir los momentos de crisis. En mi tierra hay un dicho que dice: “No cambies de caballo en medio del río”. En tiempos de crisis, hay que ser muy firmes en la convicción de la fe. Los que se fueron, “cambiaron de caballo”, buscaron otro maestro que no fuera tan “duro”, como le decían a él. En tiempos de crisis tenemos la perseverancia, el silencio; quedarse donde estamos, parados. Este no es el momento de hacer cambios. Es el momento de la fidelidad, de la fidelidad a Dios, de la fidelidad a las cosas [decisiones] que hemos tomado antes. Y también, es el momento de la conversión porque esta fidelidad nos inspirará algunos cambios para bien, no para alejarnos del bien.

Momentos de paz y momentos de crisis. Los cristianos debemos aprender a manejar ambos. Los dos. Algún padre espiritual dice que el momento de crisis es como atravesar el fuego para fortalecerse. Que el Señor nos envíe al Espíritu Santo para saber resistir a las tentaciones en tiempos de crisis, para saber ser fieles a las primeras palabras, con la esperanza de vivir después los momentos de paz. Pensemos en nuestras crisis: crisis familiares, crisis de vecindario, crisis en el trabajo, crisis sociales en el mundo, en el país... Muchas crisis, muchas crisis.

Que el Señor nos dé la fuerza, en los momentos de crisis, de no vender la fe.

Papa Francisco